Una Piedra Marcada por la Lluvia

Sinopsis

Por inextricables senderos cotidianos y femeninos anda esta poesía del ser que recoge el ansia de no morir de su autora; dejar memoria de su pequeña vida trascendente como el de una criatura más, en el recuerdo de los que quedan, vendrán o crecerán: persistencia del alma en lo poético por encima de lo racional; estado sincero y desnudo, raíz del sentimiento espiritual: oscuro, indefinido, intuitivo… todo esto a través de la mirada que recoge un instante o la introspección en el ser para explicar la vivencia.

Poemas de "Una Piedra Marcada por la Lluvia"

Llévame a pasear, amado,
como en el cuadro de Chagall
adonde el humo sube.
Llévame a pasear, amado,
por encima de toda la ciudad,
alégrame con la tristeza de la tarde.
Llévame a pasear
y descendamos en la copa graciosa de
los árboles del parque,
y en el ciprés de las miradas,
caminemos despacio por las nubes
pisoteemos el viento
porque quiero caminar, callada
y respirar mi pueblo.
 
II
 
¿Me llevarás, amado?
Allí me pondré hermosa
quedaremos muy quietos
cual se contempla el mar
y solo querré que bajes a recogerme
flores
para un ramo inmenso.

“¿Con qué puedo retenerte?”
Te ofrezco el inútil conocimiento de la ortografía
el cabizbajo olor de la ropa limpia
el bullanguero sabor de las especias invadiendo la casa
mi anhelante buscar como los hombres
y el estarme tan quieta…
La intrepidez del lecho
el asombro de la buena poesía
ay, te ofrezco amparar mis miedos
que cuides mis dolores
mis llantos
que alejes el cansancio del día
que conviertas las noches en sorpresas
que de la vieja bicicleta broten las alas de Pegaso
y no sienta mis años,
y me sienta volar como en los buenos cuadros de Chagall,
su proyección poética,
te ofrezco irnos juntos, como sólo muy pocos han cruzado el umbral.

Loco, pequeño suicida de la luz
buscador de la Idea,
evocador del sueño perfecto
perdido en el caos
entre la exuberancia vegetal y el desorden
el polvo y la promesa de poder
abres el jardín de todo ocurre
todo crece, todo se confunde
ave infeliz
el día próspero casi llega a tocarte
el mar calmoso lame tus desgarraduras
y estás ahí, sigues acá
puedo entender tu confusión
perdido de mi alma por las calles,
puedo abrazar tu mano con el afán
de una confusa niña que se te apega
me mientes, dudas
desconfías
y después de tanta caída sin guarecerte
viajas como un sabio caracol hacia la muerte
como un errante príncipe hacia el abismo,
como un arcángel semivestido hacia la perdición
pero te salvas
es mi amor una nube que te salva
es una inexplicable luz que te ampara
porque te deja en el recuerdo
desnudo y victorioso
queriendo alcanzar y negar a Dios
buscándolo por todo el tiempo en que ha vivido el hombre
por tanto espacio donde no tienes un lugar
ya olvidado de aquel sitio perfecto
en que terminará ardiendo la zarza
de la purificación.

¿Por qué ese día?
Deambulaban los ángeles en gritos
silbaba el diablo
“tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento”
ay de mi corazón que es “terciopelo ajado”
con este galopar
ay de mis costillas desordenadas
como güines quebrados en la jaula
ay, ay de mis dolores que en otra realidad
me van dejando:
los dragones dorados
las oropéndolas,
un camaleón de fuego que me marcan.
Sobre la mesa coloco mi osamenta
y el mago del tarot me ayuda a componerla
la niña anda con mi clavícula fragmentada
Emma entra con la pamela en primavera
y los insectos pican mi cuerpo.
La maga teje compresas que me alivian,
su mano de princesa,
reina del garbanzo.
Y el opio y la morfina
doy las gracias
a los graciosos diablos rojos de Matisse,
blanca es la bata,
doy las gracias a los amigos ojos
¿No es Walpurgis?

Podríamos andar sobre el dorado tiempo
que teje Dánae
la charca es grande y sale el güije
y en el río las leptospiras…
Una punzada trae la mañana
yo estoy vestida con mi disfraz de diablo
ángeles costureras llegan a componerlo.
Sonrío…

 

Al dormir, siempre tu último anhelo
será encender el fogón por la mañana.
Cómo encontrar.
Tu último anhelo no será
un verso único,
no será el mar.
Sólo pensarás cómo colocar al día próximo
frente a la muerte
y que el águila continúe
hurgando sus entrañas.

Guardo como marcador
como recuerdo preciado
el Nomeolvides morado
que me diste con amor.
Lástima me da la flor
perdida ya su belleza
sin embargo, no interesa
que no brinde su fragancia
si me queda la constancia
de toda tu gentileza.

Para Omar (In memoriam)

Jicoteas, tilapias, truchas del río lo acompañan
cuando emerge su espíritu de pescador
sobre el agua empobrecida de la presa.
Es una zigzagueante flecha de luz.
una piedra que conoce un río desconocido
allá en el fondo de su musgo.
Y en el perfume de las blancas flores
por la corola de las azucenas,
visita a sus padres
su fragancia invade y habita
todos los rincones de la casa que extraña.
Risa fácil, ingenua e infantil… allá en el tiempo!
Un callado dolor es mi recuerdo.

(Para mi hija después de la operación)

Un ciempiés de oro, Deva* budista
marca su torso
serpiente marina que esconde su cabeza
en el océano infinito de su sangre
y deja la sombra por dónde la luna
nace y el sol marcha al abismo,
viejo símbolo sagrado
marca de amor y misterio
desgarradura de luz,
la muerte la tocó allí con poderoso signo:
mordida celeste.
Paso mis dedos entre sus patas
y doy gracias a Dios
por la sonrisa de veintidós años.
El ciempiés de oro es una joya
que borda las sábanas y toallas
y su ropa interior,
se olvida y vuelve al río y sus orillas,
llama la atención del perro
al andar bajo la cama.
Talismán de suerte, respetado dragón,
sálvala con tu filigrana de fuego,
por siempre.

*Deva : Espíritu budista que protege a la tierra de la destrucción.

(Para José Luis y Martica)

El niño va a nacer
entraña y sangre
biológico milagro más fuerte
que el sufrimiento
el olvido
el éxtasis ante la naturaleza
la comunión
el engaño
las brujerías del odio
la mentira,
el encuentro amoroso
más fuerte que el halón
dulce de su mano cuando
me guía,
o las lágrimas de mi dicha
que ha besado.
El niño repetirá la
pregunta entre el pensar
y la materia y dará
testimonio de su existencia
al gritar.
Será un cosmos
un huracán
la triste resaca del mar
el cielo
será como el arroz sobre
la mesa,
o los granos del maíz al
despertar
un girasol en busca de
sus padres
un pedazo de tiempo
en este pobre espacio
embellecido para entonces.
Porque si el niño de nuevo
va a nacer
hay que avisar a los Reyes Magos
a los mansos animales,
a la estrella.

El príncipe blanco
se enfrenta al dolor.
Los murciélagos
chillan sobre los enfermos
el ajo y la cruz
no sirven de amuletos.
Él llega
y el alivio y el consuelo,
un aura de sonrisas le rodea.
Tan cansado y tan bello…
Tan príncipe.

Una higuera que saludábamos en verano
por sus hermosos higos
y confortábamos en invierno
ante su desolación
su negro torso
sus retorcidas ramas
el espectro increíble de su sombra,
fue cercenada
allá en su tronco
junto al camino.

Cuando la vimos
su follaje hermoso donde
asomaban mochuelos
era un despojo de negruzcas ramas.

Y el alma se achicó
ante el vacío
la estupidez
el ya no ser de
nuestra hermosa higuera
junto al camino.

He vivido, Señor
¿vivir es esto?

Un día, después de llover
en un bosque de pinos,
junto a nosotros
creció un arcoíris
podía tocarlo con mis dedos
que estaban manchados con
tanto color…

Otro prodigio que disfruté
fue el nacimiento de mis hijos:
desde el dolor y la sangre
aquellas pequeñas criaturas
retaban a la vida con su llanto
y me observaban confiadamente.

En mí la sensación del vuelo
no se quedó en los sueños:
“era hermoso el paisaje
tan hermoso”…
y disfruté hacia el cielo
di gracias ante aquella sensación de gratitud
de ala que se remonta en la montaña.

Como visión fugaz:
vi saltar como un rayo de plata
madrugada y silencio
un zorro sobre el seto.

Vi asomarse a una cierva
en los tupidos bosques de Galicia
y también ella me contemplaba.

Llenos de asombro:
he visto en las noches de la huerta valenciana
brincar conejos, raudas manchas de luna
pasear lentamente los erizos su peligro inocente
reptar las culebras cual incógnitos símbolos
venir saltando las ranas hacia el peligro y escabullirse los caracoles para trepar al infinito de una rama
junto a esa cinta de cemento en que pasamos.

También he contemplado descifrables dibujos
desde las cálidas noches de mi pueblo
y en el mágico valle Planduviar
allá en los Pirineos:
dos cuerpos
bajo un cielo iluminado.

Y junto al río he visto
deslizarse las aguas incesantes
con un murmullo quieto
esas bajan al mar y no terminan
fluyen y van
y marcan su camino con intrépidos árboles
y sutiles sonidos de las criaturas varias que
(habitan a su orilla.
Muchas veces, he besado algún libro
después de releerlo
lo he tenido por años en la mesa
protegiendo mis sueños
entrando y viviendo por su fábula
escondiéndome.
Y en mi lecho
he sentido al Señor
después de ser dichosa.

 

He conocido el tacto de la flor
y he tratado de explicarme su belleza
(éxtasis de la contemplación en el silencio).

He saboreado el gusto del vino,
del café, del pan tierno y caliente
y el color de los perfectos vegetales
en su diversidad,
de las frutas
peculiarmente encantadoras,
del arroz recién hecho.

Es bendición ese goce de vivir y limpiar
y armonizar la casa y el entorno
y hasta tender la inmaculada ropa,
húmedos ángeles que toman vida en el cordel.

He disfrutado del olor exquisito
del incienso cuando le pido a los profetas
que intercedan por mi ruego,
mientras las velas chisporrotean jubilosas
invocando a los buenos espíritus
para que escuchen mi plegaria.
Y mi plegaria en el paisaje
se une a otras plegarias infinitas
en un sinfín creciente de colores.

He sembrado las flores en macetas
para tener mi bosque
las hierbas son guardianes en batallas
las fuertes y sabias medicinales
las curativas de la Tierra.

He enseñando a los chicos
las pocas reglas ciertas de mi idioma
ese placer de juntar las letras
y formar las palabras,
las oraciones y los textos
y contar las historias:
no me puedo quejar
tengo el mejor oficio del planeta.

No me puedo quejar
pues han estado junto a mí
porque he podido ver
seres que ya no estaban vivos
y proyecciones de otros seres
en el cotidiano trasiego de los días
y entre la confusión de mis sentidos.

Yo dormí junto al mar
mientras los pescadores se marchaban
en la fresca montaña y en el bosque
en el suelo, en hamacas
he visto amanecer
increíble dibujo siempre nuevo y efímero.

Y nacieron mis nietas
alhajas
flores
ovejas
nuevas criaturas que poblaron mi amor
quiméricos seres brillantes
polen.

He vivido, Señor,
vivir es esto.

A la muerte sólo le dejo mi cascarón vacío
mi esqueleto imperfecto
las vísceras diezmadas,
y mi alma?
¿Qué será de mi alma?

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