Esta novela epistolar recoge las cartas que durante años sirvieron para comunicarse y conocerse a una pareja: él, español y ella, cubana. El origen de esta relación fue un libro de poemas que ella publicó y que llego a él «por el azul grisáceo de los cielos y allende el mar», para deslumbrarlo y ansiar conocerla.
A través de las cartas, se muestra la progresión psicológica de ambos personajes, pero sobre todo el entorno social, económico y político, con sus contrastes, entre Cuba y España. Ambos personajes van adquiriendo un profundo conocimiento el uno de otro antes de conocerse y esto les permite: primero, amarse y, después, continuar unidos.
Porque cuando Manuel decidió escribir la primera carta a Laura, allá tan lejos, en Cuba, desconocía el acto de responsabilidad que esto implicaba y que daba inicio, desde el saludo, a un diálogo que nunca terminaría…
Mientras, Laura iba colocando las cartas de su Tarot de Marsella sobre la mesa y descubriendo que un desconocido pensaba en ella y que la rueda de la fortuna giraría en positivo hacia el encuentro del amor y de un viaje.
También había signos inequívocos de que algo inesperado y favorable iba a suceder: las ranas habían vuelto a las macetas de su terraza; una golondrina azul, posada sobre el muro del balcón, le sostuvo la mirada; había soñado con revelaciones sobre nacimientos y números de suerte y un ambiente poético la envolvía: se echó a llorar por la belleza intrínseca ante el “Narciso” de Lezama Lima y también con algunos versos de Samuel Feijóo en su estado más angélico. Las mujeres le hacían sus confidencias en ese hablar sabroso de la intimidad en que se mezclan las lágrimas con el qué me pondré para deslumbrarlo o préstame ese vestido que tanto me gusta; porque para una cita amorosa en Cuba se hacen verdaderos sacrificios ya que pueden ser decisivas para conseguir tocar o retozar con la felicidad. Todos estos augurios benéficos andaban por su casa, y se respiraban llenos de complicidad y misterio. Poco después llegó la carta.
Ribarroja del Turia, 21 de julio de 2000
Estimada Laura:
Es inútil que busque usted entre sus amistades mi nombre y mi dirección. Usted no me conoce. Y, por tanto, esta carta bien podría ser un atrevimiento inoportuno e imperdonable por mi parte; si usted lo considera así le ruego que la olvide y no piense más en ella.
Yo sí que la conozco a usted; bien, a decir verdad lo único que sé, aparte de una fotografía, y a los poemas de su libro, son pequeños retazos de su vida y de su carácter; todo ello gracias a su encantadora hija Leda a la que me une una gran amistad.
Como no quiero abusar de su desconocimiento hacia mí quiero darle algunos datos:
Fui profesor del esposo de su hija, así como de sus hermanos, y hoy me une a toda la familia una hermosa amistad y mucho cariño; a través de ellos he conocido a Leda y me congratula incluirla entre mis mejores amigos.
Mi formación científica (soy biólogo) no ha impedido que a lo largo de mi vida, uno de los gozos mayores haya sido el disfrute de la belleza y la poesía de las cosas. Amo la naturaleza, la música y la literatura, y por supuesto, lo que más valoro es el acercamiento a personas que compartan mis grandes amores. Ahí radica, quizá, el motivo de esta carta; pues por los pocos datos que de usted poseo he creído vislumbrar una persona con un alma lo suficientemente sensible y culta como para justificar este anhelo de acercamiento.
Día a día he pensado en esta persona sensible, artista y, mejor aún, desconocida; que habita en un país lejano pero admirado y querido por mí. Y así un día pedí su dirección y dejé que mi pluma trazara en el papel la huella de mi deseo por conocerla.
Me sentiría dichoso si usted considerase la conveniencia de contestar a mi carta permitiéndome así ahondar un poco en su alma. Mentiría si le llenara de elogios, pero algo en los pequeños fragmentos de su vida que me han llegado me permiten atisbar tras ellos un posible tesoro de amistad.
Antes dejé traslucir mi admiración hacia su país; nunca he estado en Cuba, de hecho mi única relación con su isla ha sido la lectura, algunas películas, el contacto con algunos compatriotas suyos y esa maravillosa música que ustedes hacen. No obstante siento que el carácter y la cultura de Cuba y España presentan muchos más puntos de convergencia que de disparidad, mucha más de la que pueda darse con países más próximos al mío en el espacio, y siempre, tras la exuberancia tropical, he adivinado la esencia latina.
Otra de mis pasiones es viajar, y a ello dedico casi todo mi tiempo libre y buena parte de mi presupuesto; poseo un camping-car que me permite prescindir de los hoteles y circuitos turísticos y así llegar más fácilmente a la esencia cultural de los pueblos y la gente sencilla. Así he recorrido casi toda Europa. En América mi experiencia se reduce a tres viajes a Brasil, siempre en pos de nuevas gentes, nuevas costumbres y nueva luz en el cielo iluminando otros pueblos; y en todas partes me gusta constatar que en su fuero interno todas las personas y pueblos somos iguales en lo esencial, lo que pone de manifiesto lo absurdo e irracional de las ideas racistas o xenófobas que tanto daño han hecho y aún hoy hacen.
En la actualidad, y debido a un problema con mi corazón, disfruto de una situación laboral especial pues, aunque no trabajo, percibo mi salario íntegro. Esto, unido a mi situación de divorciado y a que mis hijos ya son mayores, me permite disfrutar de una libertad casi total que dedico a mis aficiones favoritas. Mi única actividad fija es la pertenencia a un coro en Valencia y mis únicos compromisos son los ensayos, conciertos y viajes que efectúo con dicho Orfeón.
Si como deseo se decide a contestar a mi carta contándome algo más de usted y de los suyos, de su pueblo, sus costumbres sus alegrías y sus problemas, no dude que me haría muy feliz y obtendría como respuesta mi amistad y agradecimiento.
Su hija espera que usted y su madre puedan venir para acá, si esto fuera posible, yo estaría encantado de presentarle personalmente mis respetos y durante su estancia aquí tendrían en mí un amigo capaz de ayudarles a conocer mi país. De no ser así, y como ya el Atlántico no es la misteriosa e infranqueable barrera de antaño, no descarto la posibilidad de, en cualquier momento, visitar y conocer su hermosa Cuba y a ustedes. En unos tiempos en que el hombre ha podido hacer llegar su tecnología hasta el lejano Marte y tomar esas fotos tan impactantes que el mundo conoció el mes pasado, la distancia que nos separa no puede ser un obstáculo.
Laura, si usted me honrara con la confianza de su amistad podría contar incondicionalmente con un amigo capaz de los más grandes esfuerzos para demostrarle que esa confianza siempre encontrará un eco en mi corazón.
Esperando impaciente noticias suyas le envío, para usted y los suyos, un fuerte abrazo de quien sería feliz contándose entre sus amigos.
Manuel Tormo
Camajuaní, 29 de agosto del 2000
Estimado Manuel:
Es perfecta su carta: delicada, sugerente, bella… por eso creo que me resulta tan difícil contestarla; aunque el deseo de hacerlo surgió sin apenas terminarla de leer. Prepárese entonces para el caos, la inconexión, el iceberg:
Que sea usted amigo del esposo de Leda y su familia, a la que agradecemos, estimamos y queremos, que sea amigo de mi hija tan amada, me acerca a su amistad.
Sí, yo también amo lo bello, la naturaleza, la poesía, la música y sé de lo valioso que nos es compartir estos sentimientos con seres afines; pero conozco también de la angustia, la soledad y la sombra ¿o me reitero innecesariamente porque en cada uno está la oposición, el contrario ineludible? ¿No siente que acepto su amistad cuando dialogo abiertamente con su carta, que es un símbolo de usted interpelándome?
En estos días yo pensaba en España, en mi hija y su familia, en mis amigos poetas, esos que han dejado sus palabras en mis visiones y por eso escribí el poema que ahora le remito: imperfecto, personal, sin espacio ni tiempo organizado; júzguelo. Si ya tiene mi libro, como espero que Leda se lo haya entregado, podrá conocerme en la forma más espiritual y abierta, en ese instante transcendental y triste que es el momento de la creación; pero no soy sólo esa; muchos amigos quedaron asombrados porque ignoraban en mí tanta tristeza, desamparo y angustia existencial; conocían de esta otra, ama de casa diligente, intelectual y con los pies en la tierra.
Con relación a Cuba, siento que la amo como se ama lo que nos pertenece: con sus imperfecciones y virtudes; porque a una naturaleza deslumbradora (aquí la luz hechiza), se une una pobreza y despintura que nos lastima y nos llena de agonía, entre otras cosas. No tengo referente de comparación con otros países, pero muchos sueñan acá con marcharse, aunque la nostalgia, los recuerdos y la familia luego los consuma.
Yo me he especializado en la Literatura, sobre todo en la Lírica Cubana. Imparto un Postgrado sobre Poética en José Martí a Licenciados, en el Instituto Superior Pedagógico de esta provincia. De Martí se ha dicho “que es el mejor hombre de nuestra raza”, cito a Gabriela Mistral. De la música prefiero la trova tradicional y moderna, el bolero y en música culta a Vivaldi y Mozart, de su tierra, a Serrat y también gusto en estos tiempos de Andrea Boccelli y Pavarotti.
Viajar es un dilema para mí, dejar las cosas…, la solución de andar con la “casa a cuestas” como el caracol, es inteligente, cómoda y feliz, además de gratificante; imagino cómo se sucederán los atardeceres, no agotar el sitio…
Reflexiono con relación a la convergencia entre Cuba y España, yo había encontrado esta similitud en el alma de los personajes de Unamuno y los hombres naturales de mi tierra, en esa forma llana y radical de enfrentar la vida “como todo un hombre” o una mujer resuelta.
¿De los prejuicios?, con la llegada del fin de año, pido siempre tolerancia, porque ellos se nos apoderan imperceptiblemente del alma.
Gracias por brindarme su amistad y ayuda, por su deseo de agradarme; aquí en Cuba recibirá por mi parte la mejor hospitalidad; (y es más fácil que ir a Marte, por ahora); reciba también la aceptación de ser su amiga, y un saludo afectuoso para usted y los suyos. Que Dios lo proteja.
Laura
Camajuaní, 28 de junio de 2001
Manuel, querido amigo:
He leído mucha poesía en estas noches: Yeats, Pessoa, Alberti, Cernuda, Ajmátova y he pensado en ti: en lo que has pensado sobre lo que pienso y lo que verdaderamente responderías si te lo leyera. Lógicamente con las traducciones la poesía pierde tanto… sobre todo la rusa que sé debe ser exquisita. Yo leí un poema de Ana Ajmátova “La mujer de Lot” que apareció en una Gaceta de Cuba y quedé profundamente conmovida, ahora, en esta traducción no es tan bueno. Aquí te envío uno de Dulce María Loynaz, Premio Cervantes 1992, cubana (1902-1995)
Poema LVIII
Estoy doblada sobre tu recuerdo
como la mujer que vi
esta tarde lavando en el río.
Horas y horas de rodillas, doblada
por la cintura
sobre este río negro de tu ausencia.
O este fragmento de Cernuda que te me recordó y se nombra Peregrino.
…Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
No es que no tengas todos esos elementos, es el poder llegar cuando se quiere.
Otro fragmento de Roberto Fdez. Retamar, nació en 1930,dirige la revista Casa de las Américas.
Felices los normales.
Felices los normales, esos seres extraños los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente, una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida, los que no han sido calcinados por un amor devorante,
…
los que ganan, los que son queridos
hasta la empuñadura…
Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,
las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan.
Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos que sus padres, los más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.
No es que comparta todo esto, pero resulta oportuno para algunas situaciones de la vida.
No tengo una intención escondida al enviarte estos fragmentos, solo la que sepas lo que experimenté al leerlos, que los seleccioné entre otros.
Hoy he tenido al fin un día sin trabajo, me gusta mucho dar clases pero también me gusta mucho a veces no darlas. Hoy cocino: haré ajiaco (con viandas y carne) y tachinos de plátano verde y jugo de mango bien espesito, y mientras tanto en el silencio y el frescor de la casa ya ordenada, te escribo. Podría ser considerado un “momento supremo” esos de que hablan los poetas chinos como momentos felices y armónicos en consonancia con el orden universal y la naturaleza (porque tengo gorriones y algunas planticas verdes en el balcón) momentos cotidianos en que somos conscientes de la belleza de la vida.
Lástima que al llamarme casi no se entendiera lo que decía por estar afónica por la virosis, pero fue inesperada y me hizo feliz.
Te envié los tabaquitos pequeños Romeo y Julieta por correo, el cancionero es solo pretexto, está marcado y viejo pero te puede gustar.
A mí me gusta mucho la trova cubana y si a ti te gustara podría enviarte un cassette con canciones de Silvio y Pablo.
Leda me llama y escribe frecuentemente, ahora me envió unas fotos en que se ve muy linda con su pelo largo, estoy deseosa de que tenga un niño/a, sería una compañía en su situación de emigrante, además de Jordi y amigos que sé que la quieren.
Ella escribe poesía, luego te enviaré algo suyo.
No creas que se me acabó la tinta, es que resulta cómodo usar el lápiz.
Me alegra tu felicidad por tus hijos, ir recogiendo ya la cosecha de su formación, experimentar el goce y la tristeza de su independencia.
Vi por la TV fiestas en Valencia el 19 de marzo, ese día son las fiestas en Camajuaní ya que San José es el patrón del pueblo, vi los fuegos y la alegría y pensé si en esos días es que planeas tus viajes.
Adiós, Manuel, no mereces una carta muy larga porque con fecha abril 22 recibí tu última carta, y puede que te canse mi entusiasmo, de todas formas solo son especulaciones y puede que sea injusta.
Recibe mi cariño, ya me contarás de tu viaje por Francia.
Cuídate, sé feliz, un abrazo,
Laura
Y cuando solo faltaban dos días para cumplir dos años desde que recibió la primera carta de Manuel, aterrizó el avión que la transportaba de La Habana a Madrid. ¿Será esta una medida cronológica áurea para consolidar un amor y realizar un sueño?
Allí su primera cita con un gran aeropuerto, con los anodinos o agresivos monólogos en los móviles y con una vida que visualizaba en diversas fotografías mentales aún sin nitidez, regida por la casualidad o el destino; aunque su verdadero yo intuía que se enfrentaba con una gran situación para la que se había estado preparando desde siempre.
En una carta enviada a Manuel, cuando ya organizaba el viaje a España, le transmitía el miedo que la embargaba y cómo le podría él ayudar a contrarrestar esos obstáculos: En primer lugar los trámites administrativos, que en Cuba se hacen aún más difíciles por la escasez de recursos para resolverlos y el sentimiento de culpa que imprimen los funcionarios al hacer pensar que tu salida del país está relacionada con la traición “a los ideales revolucionarios…” Estos conllevan comportamientos discriminatorios a los que tendría que enfrentarse en Cuba y luego en España, como supo después, mientras realizaba largas colas en Extranjería, donde los oficiales se dirigían solo a Manuel como ciudadano español, en un ninguneo humillante para ella.
Temía también a los aparatos mecánicos y a los productos de consumo, jamás había logrado adivinar cómo funcionan el “abre fácil”, la tijerita de corte, las puertas…
Por último, le preocupaban los códigos de comportamiento por estar Cuba tan aislada y donde los ciudadanos corrientes nunca viajan ni se pueden sustraer a la incomunicación. Allá aún no se conocía Internet a nivel de usuario, sólo en algunas instituciones estatales o por los que gozaban de privilegios casi siempre justificados políticamente. Además la prensa y la televisión hablan de Cuba como “el mejor de los mundos conocidos”. Allí los extranjeros, solo por serlo, poseían un “aura” de poder que los hacía invulnerables; todo esto dado por la discriminación que padecen los cubanos al no poder disfrutar de los privilegios que ellos gozaban en su país. Por lo tanto sus referencias de este nuevo mundo eran sobre todo literarias o de relatos orales que se divulgan y que el cubano siempre está ávido por escuchar, más allá del estrecho horizonte donde transcurre su vida.
Acompañada por estos temores se enfrentó con la realidad: el viaje del avión que debía traerla de Madrid a Valencia se había suspendido y demoraría mucho en salir, y el dinero que traía en pesos cubanos no le servía para llamar por teléfono, ni siquiera tomarse un café. Leda, su esposo y Manuel la esperaban: una, embarazada y llorando; el yerno, sin saber qué hacer, y Manuel, decidido a salir a su encuentro.
Era el 19 de julio de 2002.
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Al fin Laura había conseguido permiso para visitar España. Su llegada fue una verdadera fiesta. Desde el primer momento, Manuel dejó bien patente que quería vivir con ella, que quería ser su compañero y su amante y que, si decidía volver a Cuba, él viajaría con ella.
Pero no llegó a producirse tal regreso. Al poco tiempo de convivencia, Manuel sintió en lo más profundo de su alma que no podía permitirse una nueva separación y pidió a Laura en matrimonio.
Una cálida mañana de septiembre, rodeados de familiares y amigos unieron sus destinos en el Juzgado de Paz de L’Eliana, el juez, antiguo alumno de Manuel, les declaró solemnemente marido y mujer y los compañeros del Orfeó “Navarro Reverter”, su coro, pusieron la música de fondo para tan feliz ocasión.
Desde entonces viven juntos; sí hubo otros viajes a Cuba, pero siempre viajaron los dos. Y juntos han decidido continuar sus vidas.
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«El tiempo pasa» hoy es 14 de febrero de 2024…
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